Dos palabras. Dos simples palabras.
Que en realidad nunca son tan simples.
Son complejas. De decir. De escribir. De sentir. Complejas en muchos aspectos.
Hay quien no las pronuncia nunca y hay quien lo hace demasiado, y quien lo hace sin sentirlo buscando tan solo su propio beneficio.
A veces, a veces sientes miedo a decirlas, y hablo en primera persona cuando digo esto; porque, nunca sabes como va a reaccionar la persona a la que van dirigidas, no sabes si van a ser correspondidas o si van a volver de vuelta contigo a casa.
Pero una vez dichas no hay vuelta atrás, y, si tienes suerte, no solo las dirás sino que las oirás.
Y en ese momento, en ese preciso instante, te sentirás la persona mas afortunada y feliz del mundo. A partir de ahí, cada vez que las oigas no podrás evitar sonreir, sonreir durante horas con tan solo recordarlo o verlo escrito.
Esas palabras que tengo grabadas en mi mente y que me grabaría en la piel en cualquier momento, esas no las cambio por ninguna otra cosa en esta vida, porque son las que mismamente me dan la vida.